miércoles, 23 de noviembre de 2016

LAS HADAS TAMBIÉN LLORAN

Dicen los que saben, que las hadas también lloran, aunque no lo hacen como los seres humanos. El llanto de las hadas no se pierde en los pañuelos, ni se evapora en el aire. Dicen que cuando lloran de alegría, sus lágrimas se convierten en diminutas cuentas de colores brillantes y que las hadas hacen con ellas pequeñas joyas: collares, pendientes y colgantes con los que adornarse y que siempre las llevan puestas para recordar el motivo feliz que las provocó, pero si su llanto es de dolor, es distinto su destino. 

Dicen que cuando los antiguos espíritus del bosque oyen a las hadas llorar de pena, desde el mismo corazón de la tierra hacen brotar un árbol frondoso, azul y luminoso como el cristal y cada lágrima de hada se transforman en una hoja nueva prendida a sus ramas que crecen y crecen. 

Todas las hadas, han vertido muchas lágrimas por los niños que nunca las conocerán porque cortaron el camino de su vida el hambre, el frío o el terror. Saben que el Árbol nunca dejará de crecer, que nunca cesará la violencia ni la injusticia, pero se consuelan teniendo un lugar tan especial donde guardar su pena, porque el árbol crece hacia las alturas y la luz. Hacia donde la PAZ siempre es posible.


HISTORIA DE  UN HADA TRISTE
Érase una vez, un hada triste, vivía en el mundo de los hielos eternos, y no le gustaba, sabía que existieron lugares donde el sol brillaba cada día y donde las flores tenían todos los colores del arco iris.

Su corazón añoraba esas cosas, aunque no las había visto nunca.

Añoraba el calor y el color, añoraba sentir la yerba bajo sus pies descalzos y añoraba el vuelo brillante de las mariposas.

Se sentía tan infeliz que no podía pensar en otra cosa y ni siquiera salía a ver sus dominios.

Una noche en el que el hada aún no dormía, un resplandor especial aparece en el cielo. Al principio era solo una pequeña mancha luminosa, que creció y creció y bien pronto todo el espacio se llenó de color, verdes,  violetas,  azules, amarillos y rojos se entremezclaban armoniosamente, y su luz arrancaba destellos del suelo helado como un espejo, y el hada  miro al cielo y vio estrellas fugaces y luceros ardiendo,  estelas de cometas y nubes transparentes.

Por primera vez en mucho tiempo, el hada se sintió feliz, y entendió que aquel era su lugar; que cada rincón del mundo contiene sorpresas maravillosas, y que le gustaba la aurora boreal y el cielo estrellado de su país de hielo.

Comprendió que muchas hadas jamás serán todo eso como ella no vería las flores, pero ya no le importaba. Ahora sabía que las estrellas fugaces son mariposas celestes y que los cometas se llevan muy lejos las añoranzas de las hadas tristes.

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